jueves, 12 de enero de 2012

Mi niña... mi mujer.



MI PRIMERA IMPRESIÓN.





                Cuando te tuve enfrente mío la primera vez que te vi en el aeropuerto fue el de una niña mimada y consentida que había perdido a sus padres en un accidente de coche. Tú cabello rosado me recordaba al cielo al atardecer y tus grandes ojos como el mar, era curioso pero me encanto cuando me sonreíste al acercarte.


                - Soy Haruno Sara, hija de su prima Chihiro. – te presentaste mientras hacia una leve inclinación, luego extendió la mano. – Gusto en conocerlo.


                - Yo soy Uchi Madara. – murmuré dándome la vuelta sin estrecharle la mano. – Lamento mucho lo de tus padres.


            


LOS PRIMEROS DÍAS ERAN LOS PEORES:


                Aproximadamente dos años en esta monotonía no podía ser posible, estarías a mi cargo hasta que cumplieras los 21 años y nos tratábamos como el primer día. Me incomodaba tu silencio y el mío. Así que decidí hacer algo al respecto.


                - ¿Quieres ir de compras, Sara-san? – pregunté una mañana. – Conmigo.


                - Yo… ¿No tienes que ir a trabajar? – replicó ella mientras pinchaba un gofre.


                - Puedo faltar.


                - Pues entonces… sí.





¿QUÉ TIENEN EL CHOCOLATE Y EL HELADO PARA HACERNOS FELICES?    


                Estábamos en el centro comercial riendo a carcajadas mientras que devorábamos una gran copa de helado cubierta por jarabe de chocolate, de pronto note una pequeña gota de chocolate en el mentón de Sakura. Inquisitivamente extendí mi brazo hacia su cara y antes de quitar la gotita me detuve acariciando la tersa piel de su rostro. Nunca imagine que existiera una textura como esa, note como su rostro se puso del mismo color que su cabello y aparte la mano. Seguimos la conversación un poco más sonrojos pero felices.


               


NO INTENTES JUGAR DE CUPIDO QUE PUEDE QUE TE ARREPIENTAS.


                Te había dicho que tenía un sobrino, Uchi Sasuke, de tu misma edad y que quizás se podrían llevar bien, así que con tu consentimiento concerté una salida para ir al cine. Al llegar Sasuke me excuse y les dije que fueran solos por que me sentía mal, corrí a la ventana para ver como Sasuke le ayudaba a Sara a subir al carro y esta le sonreía agradecida.


                Desee patear a Sasuke.


                Desee haber sido quien produjese esa sonrisa en Sara.


                Desee no haber planeado esa salida.
               


NUNCA RECLAMES LO QUE NO ES TUYO.


                Sara entró a la casa y lo primero que vio fue a mí sentado en un sofá esperándola.


                - ¡Madara-sama! ¡Me has asustado! – exclamó la peli rosa poniendo una mano en su pecho. – La película ha estado muy tonta, pero la compañía era muy buena. Su sobrino Sasuke es muy buena gente. Me ha agradado.


                - Pues ya no lo verás más. – declaré celoso mientras fruncía el ceño.


                Sara negó con la cabeza.


                - No… ¿Por qué?


-¡Porque lo ha dicho tu tutor!


                Ella resopló incrédula.


                - ¿Mi tutor? ¿O el hombre que no acepta sus sentimientos?


                - ¿Perdón?


                Ella desvió los ojos llorosos.


                - ¡Lo que has oído! ¡Mi querido “tutor”!


                No supe como reaccionar pero recuerdo que Sara me besó con una pasión desenfrenada, demasiada para una niña. La aparte de mi con cuidado y negué lentamente con la cabeza.


                - Eres una niña.


                - ¿Eso es todo?


                - Sí. – confirme. – Eres una niña. No sabes lo que haces.


                - ¡Tengo 20 años maldita sea! – exclamó ella antes de cruzarme la cara con una bofetada. - ¡No soy una niña y se perfectamente lo que hago!


MI SEGUNDA IMPRESIÓN.


                Estaba en el aeropuerto de nuevo, esperando con unas ansias muy grandes que por la puerta apareciera el cabello rosa de Sara. Me di cuenta de las peores maneras que amaba a Sara pese a ver convivido unos cuantos días, el amor a primera vista existe ya que lo he experimentado. Sara se había marchado de casa al día siguiente hacia Tokio donde unas tales Yamana Eno y Hyuga Hina la estarían esperando gustosas, “¡Mis amigas, Madara, mis amigas!” me explicó cuando le pregunte quienes eran. Luego se fue dejando una ultimátum “¡Si dentro de un mes no te has dado cuenta de lo que quieres me iré a vivir con Hina e Eno y lo único que tendrás que hacer como mi tutor será pasarme una mensualidad!”


                Así que no había trascurrido una semana cuando me di cuenta que la amaba, que no era ninguna niña y que tenía la culpa de todo. La llamé esta misma mañana para decirle que iba por ella a Tokio que no me importaba lo que dijese pero que iba a estar a su lado por siempre y para siempre… ya que no podía vivir sin ella.


                La casa me parecía tan vacía sin sus bellas risas…


                Fue entonces cuando la vi aparecer con su inmensa sonrisa y todo mi ser bailo de alegría… esa semana solo… como antes… no le agradaba ya… la necesitaba para poder ser feliz…


                - ¡Madara! – gritó antes de alzarse a mi brazos.


                - Sara. – susurré besándola. – Mi niña… mi mujer…

No hay comentarios:

Publicar un comentario